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lunes, 14 de abril de 2014

El amor es desafiar las leyes de la ciencia

En aquel instante comprendí que el amor era desafiar las leyes de la ciencia, burlar al tiempo y al espacio, escribir novelas de ficción en la imaginación. Aquella noche, mirando sus ojos, deseando que nunca acabara, que el tiempo se detuviera, que no hubiera mañana... me enseñó el amor.

Me besó y mis piernas se debilitaron. Cedieron bajo el sobrepeso de mis emociones.

Me besó y mis pies desobedecieron a la gravedad. Me llevaron flotando a una nube más alta que el séptimo cielo.

Me besó y el mundo entero se derrumbó a mi alrededor. Como el decorado de una obra de teatro donde lo único que importa somos los dos, él y yo, los únicos protagonistas de esta historia de amor.

Me besó y dejé de comprender el amor porque el amor es incomprensible. Y tan solo me fundí en el beso y perdí la cuenta del tiempo y floté en el espacio y me deshice en los recovecos de la imaginación. 

Hasta que sus labios se divorciaron de los míos y volvió a correr el tiempo y caí de bruces contra el espacio y regresé de mis viajes de ciencia ficción para chocar contra sus ojos. Y entonces desafié a las leyes de la ciencia y deseé que la noche no acabara, que en sus labios me perdiera y no volviera a salir el sol. 




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